Interesante planteo del Dr. Richard Hurt.
En un comienzo, no existía el cigarrillo.
Cuando Cristóbal Colón pisó América, el tabaco ya existía, pero no en forma de Marlboro.
Fue en el siglo XX cuando el cigarrillo se convirtió en un producto exitoso, y sigue siendo legal solamente porque cuando comenzó su consumo no existía ningún ente que lo regulara.
En un período bastante breve, el cigarrillo trajo como consecuencia una epidemia de enfermedades totalmente evitables.
¿Por qué deberíamos continuar aceptando que existan los fabricantes de cigarrillos? ¿Tolera acaso la sociedad otros productos que producen la muerte del 60 por ciento de sus consumidores?
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el cigarrillo produce cerca de 450,000 muertes al año en los Estados Unidos solamente, lo que equivaldría a que tres aviones 747 repletos de pasajeros se estrellaran todos los días del año.
Si tres 747 se estrellaran en un mismo día, ¿no suspenderían los gobiernos el despegue de la flota entera hasta que se solucionara el problema?
Entonces, ¿por qué se sigue hablando de reducir, y no de suspender por completo, el consumo de tabaco? Es hora de poner un punto final a la cuestión.
En un plazo relativamente corto, un plan definitorio en este sentido lograría suspender por completo, o casi por completo, el consumo de tabaco al “desnormalizar” el tabaquismo.
Como consecuencia, las tasas de mortalidad relacionadas con el tabaquismo se reducirían a cero o prácticamente a cero.
Es necesario un enfoque agresivo de este tipo dado que las estrategias no definitorias actuales, que apuntan generalmente a reducir el consumo de tabaco, se ven obstaculizadas por una industria tabacalera que halló hace tiempo la forma de demorar, neutralizar, bloquear, desafiar o impedir casi cualquier iniciativa de control del tabaco.
En Nueva Zelanda, se aprobó un plan definitorio cuyo objetivo es llevar a cero (o casi cero) el consumo de tabaco en el país para el año 2025.
Basándose en la premisa de que la sociedad tiene la responsabilidad moral y ética de proteger a sus niños de cualquier peligro conocido, el plan neocelandés incluye los siguientes puntos:
- Aumentar los impuestos al tabaco
- Reducir, hasta finalmente eliminar, la importación de tabaco
- Prohibir patrocinios encubiertos
- Prohibir la exhibición en comercios y las máquinas expendedoras de cigarrillos
- Vender productos que reemplacen la nicotina en todos los comercios donde se venda tabaco
- Restringir las importaciones libres de impuestos
- Exigir empaques simples
- Usar los ingresos de la industria tabacalera para respaldar el tratamiento del tabaquismo
- Poner a disposición de más personas los tratamientos para el tabaquismo
Mientras tanto, otros países siguen estando satisfechos con la mera reducción del consumo de tabaco.
Singapur tiene pensado prohibir por ley la compra o tenencia de tabaco por parte de los ciudadanos que hayan nacido después del 1 de enero de 2000.
Islandia está considerando que los fumadores sólo puedan adquirir cigarrillos mediante receta médica.
En Inglaterra, a partir del año 2012, quedará prohibida la venta de tabaco al público (solo se llevaría a cabo en forma clandestina).
Estas medidas definitivamente son un paso en la dirección correcta. Pero si Nueva Zelanda puede implementar un plan definitorio, ¿por qué no pueden hacerlo otros países insulares, como Singapur, Islandia, Irlanda, Australia, Inglaterra y Escocia, donde es más sencillo controlar el ingreso de productos al país?
Algunos ven el apoyo a planes definitorios de este tipo como una medida extrema, pero nunca lograremos nada si no empezamos a hablar de ello.
Se lo debemos a los niños del mundo: debemos detener las muertes masivas totalmente evitables relacionadas con el tabaquismo.
El Dr. Richard D. Hurt, investigador principal de Global Bridges, es profesor de Medicina en la Escuela de Medicina de Mayo Clinic y Director y fundador del Centro de Dependencia a la Nicotina de la misma institución.
MsH: Tuve la oportunidad de compartir una cena con el Dr. Hurt (en Lima) y comprendí que antes de las grandes conquistas en materia legislativa a nivel mundial que vemos hoy, protegiendo la salud de los fumadores y no fumadores, hubo una época de voces en el desierto, de gladiadores, de incansables luchadores e investigadores. Ahora vemos los frutos de su trabajo. Ojalá las futuras generaciones hablen de este problema como una anécdota y nada más. Mejor sin Humo...
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